A mi niña de treinta (y tantos) años

Pues mirad, iba a hacer esta entrada con una anécdota reciclada que algún día tendré que contar porque es demasiado buena para ser desaprovechada, pero ya sabéis que la musa es caprichosa, así que ni reciclaje ni leches, que no son horas.

Hoy estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio a la vejez y a Pelandrusca, porque hoy (o sea, mañana, o sea, son las 00:15, así que sí), niños y niñas, cumple taitantos años mi querida Pelandrusca.

Pelandrusca es sangre de mi sangre, baba de mi baba y suele llamarme cariñosamente "su quiste", por eso del parecido. A Pelandrusca le gusta bailar a lo Chakira, moviéndo las caderas y eso, y liga mucho, la muy cabrona, será por el tatuaje. Pelandrusca iba para estudiante de Bellas Artes, y acabó de aprendiz de Indiana Jones, lo que son las cosas. Es como un cachorrito, necesita mimos constantes y mucho cariño, y ser regada al menos un par de veces en semana con un poleo. Cuando habla, habla, y se puede tirar tres horas para contarte cómo cruzó la calle, porque, claro, yo llegué y él dijo y entonces fue cuando, y así siempre. Es capaz de hacerse esguinces por tropezarse con ella misma, o lo que es peor, hacerse esguinces de meñique por hacerse una coleta (manda huevos!-> frase típica de Pelandrusca). Y hace las magdalenas más ricas a este lado del río Pecos.

Cómo ya habréis comprobado, si no se quiere a Pelandrusca no se es persona, y yo soy muy persona, así que imaginaos. Y sin más dilación:

¡¡¡FELICIDADES!!!

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EDIT: dadle a ¡felicidades!, que es un link, leñes.