Lironcillo is back, pero no tengo fuerzas ni para hacerle una entrada-bienvenida en condiciones

¿Sabéis qué es peor que salir de tu casa a las siete de la mañana y llegar a las nueve de la noche? Salir de tu casa a las siete de la mañana y llegar a las nueve de la noche incubando un bonito proceso vírico. Mocos, irritación de garganta, escalofríos, profesores que hacen que tus ojos se nieguen a permanecer abiertos, y cursillos en el curro que no le envidian nada a los arriba mencionados.

¡¡¡Estoy efebaaaa!!!!

¡Snif!

Pá mí que mi cuerpo ha decidido rebelarse (y con toda la razón), porque, a ver, qué vaga en condiciones se pone a hacer un cursillo intensivo de estadística justo cuando vuelve a trabajar, por mucho que sea un trabajo de #cough# funcionario. No, no, no, mis neuronas no pueden jugar al carta blanca y disimular a la vez si tienen que luchar contra una nube de virus malignos.

Hablando con Lironcillo (sí, amigos, Lironcillo ha vuelto, yuju!!), hemos llegado a la conclusión de que los científicos de este mundo están desaprovechados porque: a) todavía no son capaces de matar a los virus malignos (eso no lo he hablado con ella, pero seguro que me apoya), y b) todavía no han inventado la pastilla antiresaca. También hemos llegado a la conclusión de que acabaremos conquistando el mundo, pero eso es otra historia (MUAHAHAHA).

¿Y sabéis qué es lo que también deberían inventar y ya están tardando? El teletransportador. Primero, porque las ventajas son obvias, y segundo, porque yo no me muero sin decir "Scotty, teletransporteme". El pin de Star Trek y el jersey-pop rojo ya lo tengo, así que sólo falta el invento.

Hala, me voy a la camita, a sudar los virus.


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