De Irlanda soy, soy irlandesa

Dicen por ahí que en la época de la Armada Invencible un barco español naufragó en las costas del sur de Irlanda, y que los pocos supervivientes, perdidos, y sin un escudo para volver a casa, no tuvieron más remedio que quedarse en esa tierra extraña, llena de leprechauns, piedras (de eso sabe un rato Sean Thornton) y pelirrojos (idem de idem). Dicen también que en el sur los irlandeses de pelo y ojos negros no son más que descendientes de esos marineros que vinieron para quedarse. Y yo debo de ser una de esas irlandesas, española a simple vista, pero irlandesa de corazón.

¿Que por qué os cuento todo esto? Pues porque este fin de semana me han entrado la vena patrickótica. Se ha jugado la segunda jornada del 6 Naciones, y a Irlanda le ha tocado viajar a París para enfrentarse a los franceses. Que Francia es una de las favoritas este año se vió enseguida, con seis ensayos que dejaron a Irlanda con un pobre 43-3 para afrontar la mayoría de la segunda parte. ¿Pero creeis que mis chicos, 'me boys', se quedaron ahí mirando y lamentandose? Nop. Sacaron los dientes y empezaron a remontar como unos campeones, con cuatro ensayos como cuatro soles en casi diez minutos, acompañados por otros tantos gritos de ¡Eire, Eire! que no dejaron a mi padre dormir la siesta. Los que también se debieron despertar fueron los franceses, que evitaron lo que podía haber sido una remontada de época (que lástima de ese cuasitry a dos minutos del final, snif!).

¿La nota friky de la jornada? Pues que uno de los franceses se llamaba Cedric, y yo no hacía más que acordarme del Cáliz de Fuego y de la cuadringentésima vigésimo segunda final del Campeonato Mundial de Quidditch, que ganó Irlanda, of course.